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Ruta del Guiso de  

Jerez de la Frontera

Directo al estómago

 

Merced Muñoz

 

Jerez de la Frontera tiene un sentimiento especial. Tiene una esencia diferente que solo los propios jerezanos sabemos notar, y que únicamente el resto del mundo puede sentirlo si visita estas tierras.

 

Vivo lejos de esta preciosa ciudad y la añoro mucho cada día. Solo tengo la oportunidad de visitarla algunos fines de semana siempre y cuando no esté muy liada. Hay que decir que Jerez no es tan grande como Madrid, es pequeña, acogedora y con un increíble olor a vino en cada rincón de sus calles. Sin embargo, cuando surge un acontecimiento innovador y diferente, la ciudad crece a pasos agigantados. Deja de ser una pequeña aldea para convertirse en gigante. Las personas empiezan a salir de sus casas y a pasear por las antiguas calles donde te puedes encontrar un trozo de ruina con más años que mi abuelo. Dejan a un lado la rutina para poder disfrutar de una ciudad nueva.

 

Este es el caso de un nuevo acontecimiento, la Ruta del Guiso, un recorrido a través de la gastronomía local unido a los exquisitos vinos de Jerez.  Una vez probados diferentes guisos de varios establecimientos, eliges cuál es el que más te ha gustado y haces que te sellen el folleto, entrando así ese local en un concurso, donde los diez finalistas competirán por la presentación, el sabor y la elaboración. Esto ha motivado que la ciudad se despertara y participara en esta nueva idea.

 

Me encanta comer, y sobre todo probar cosas  nuevas, por lo que ya tenía una excusa para coger un tren dirección Jerez de la Frontera. Una vez en la estación, ya se notaba una mezcla de olores que te hacía la boca agua. No podía esperar más, por lo que cogí mi coche y tras buscar qué restaurantes participaban en la ruta, me puse en marcha.

 

 

 

 

 

 

 

Abro el folleto y lo primero que veo es que hay 38 establecimientos participando, todo un reto para mi paladar, sobre todo por lo exquisita que soy.

 

Tengo tres zonas de la ciudad donde ir, y como vivo muy cerca del centro me decanto por esa. Antes de elegir el primer destino al que me voy a dirigir, leo atentamente los suculentos platos: Menudo marinero con aroma de Canasta Cream, Carrillada al oloroso viejo Don Zoilo, Timbal de cola de toro a oloroso Lacave… y la lista sigue. Iba a ser más duro de lo que pensaba. Me dirigí al Mesón restaurante Toro, donde pedí tagarninas esparragadas con huevo acompañado con una cerveza bien fría. Un plato sencillo y aparentemente barato, 2,50 euros, e increíblemente bueno. La primera y con éxito, ¡vaya suerte! A pesar de que era una buena tapa y no me quedé muy llena, decidí probar con otro plato, por lo que esta vez tocaba el famoso mesón de Jerez, La cruz blanca, cerca del Ayuntamiento. Mucha gente y poco sitio, eso era una buena señal. Esperé y esperé hasta que por fin conseguí una mesa donde poder sentarme.

 

Ya tenía ganas de probar su guiso especial, Ravioli de cola de toro y crujiente de ibéricos sobre su consomé con toque de fino Pando. Algo que sería impronunciable de decir tendría que estar demasiado bueno. A lo lejos veo venir al camarero con mi plato. La verdad que, aunque no tuviera mucha hambre, con solo pensarlo se me hacía la boca agua. Coloca el plato en mi mesa y se va. No me pude creer lo que vi, un plato más grande que una pamela y un ravioli relleno del tamaño de un huevo. Tanta palabrería para un miserable plato y que encima costaba 4 euros la tapa. Vaya chasco me llevé. Lo único que hice fue comérmelo entero, no dejar ni una gota de sopa y marcharme a mi casa. No tenía más dinero para derrocharlo de esa forma.

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La Ruta del Guiso, un recorrido a través de la gastronomía local unido a los exquisitos vinos de Jerez

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